Mucho se habló del fenómeno Fujimori cuando a inicios de la década presente, en espectacular aparición y en el último mes de la campaña electoral, el hasta entonces catedrático universitario, logró colocarse en segundo lugar en la primera vuelta de las recordadas elecciones presidenciales de 1990, a escasos puntos del favorito, el afamado novelista Mario Vargas Llosa.
Este modesto candidato iba progresivamente encarnando aquello que sólidamente se había impregnado en la mentalidad popular de un numeroso sector de la población: independencia política e imagen de eficiencia. Dos elementos claves por los que se canalizó aquellas aspiraciones que no se expresaban en ninguno de los dos candidatos antes nombrados. De esta manera Fujimori, en veloz carrera, fue ganando, adhesiones electorales en oleadas sucesivas. Cuando finaliza la primera vuelta Fujimori se ubica en mejor posibilidad de ganar, en vistas de la segunda vuelta, a los electores que no habían votado por él. Así fue como logró, luego de dos meses de campaña, contando con el voto izquierdista y aprista, un abrumador triunfo sobre el Fredemo.
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